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El que Ama ha nacido de Dios


04 Mayo 2024

¡Hola Jesús! como siempre los textos bíblicos me dan vueltas en la cabeza y en el corazón… y este próximo domingo:

“Permanezcan en mi amor”

Y me vienen palabras de San Francisco de Asís, que permaneció en tu amor, y exclamaba: Dios creó a todas las criaturas con amor y bondad, grandes, pequeñas, con forma humana o animal todos son hijos del Padre y hermanos en el Hijo, alentados por el Espíritu…, y gritaba: “el amor nos amado…”. Ya sabes Señor, le llamamos “Alter Christus”.

Y es que Señor, tu amor está ahí, siempre vivo, siempre sirviendo, dán-do-te, re-ga-lán-do-te…, pero andamos tan despistados, inconscientes, indecisos. Bueno ya sabes cómo funcionamos en la mayoría de días: ocupados en pequeñeces y desocupados en las grandezas de lo importante. Cuando lo pienso, no me entiendo en mi forma de comportarme, pero luego… “vuelvo a las andadas”, a la dispersión, a lo superficial, a mis asuntos, a mis historietas…, y a veces en medio de ese “fango que nos montamos los unos a los otros…”, vuelve a mi corazón tu palabra, palabra que hizo vida el Seráfico de Asís: “Amad a vuestros enemigos y haced el bien a aquellos que os odian…

Tengo claro (la vida me lo ha enseñado) que cuando amo me siento vivo, y cuando me aman… ufff, entonces me siento tan contento, tan feliz, tan yo, tan pleno… que puedo afirmar que para ser amado he nacido y que para amar sigo vivo. Vuelvo a decir que no me entiendo, que no sé por qué, sabiendo lo que sé, no amo más y mejor, pero es lo que hay, pero sé que tengo que vivir como “il Poverello d’Assisi” que decía: “Con cuánto más amor puede uno de nosotros amar y nutrir a su hermano en el espíritu”.

Por eso me vienen “como anillo al dedo” tus palabras. Quizás me estoy equivocando en el camino que lleva al amor que necesito y al amor que tengo que dar. Quizás estoy buscando en mí fuente y la capacidad para amar. Creo que me está pasando como a aquella que iba todos los días al pozo de Sicar, porque el agua que bebía no colmaba sino la sed de la boca y no la del corazón. Quizás tenga que buscar en tu pozo y no en el mío. Yo no soy la fuente del amor. El empeño no debe ser rebuscar dentro de mí, sino hundirme en tu amor que está ahí esperando que me lance, y permanezca en él. Y mi hogar no será entonces las paredes que me cobijan sino tu amor que siempre me acoge. Y la tierra prometida a que tengo que caminar será el Amor que me ofreces, porque ya sabes que es “dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra”, de nuevo me interpela Francesco.

Cuando permanezco en tu amor, manifestación del Amor eterno del Padre, me siento inmerecidamente amado, me siento con dimensiones eternas, me siento “en mi salsa”, me siento vivo, muy vivo. ¡Gracias por “servirme en bandeja” el amor en el que puedo permanecer!

Cuando permanezco en tu amor, me siento mirado y conocido. Tú sabes mi historia, sabes de mis luces y mis sombras, sabes de mis aciertos y errores, sabes de mis anhelos y dolores. Y me aceptas como soy.

Cuando permanezco en tu amor me siento reconocido y valorado.

¡Por fin, he encontrado a alguien que me quiere como soy! Y Tú Dios mío, me quieres como soy, y así debo con Francisco de Asís, “hacer el bien, pero hay que hacerlo por amor a Dios, y el mal que evitemos hay que evitarlo por amor de Dios”.

Lo sé, amigo, lo sé: sumergirme en tu amor me transforma. No puedo presumir de amar mucho. Pero sí sé que vivo en el intento. Estoy aprendiendo que Tú eres la fuente buena que mana el agua viva.

Cada vez digo con más hondura: santificado sea tu nombre, Padre, el que nos ama primero y al que debemos esta ola de Amor que lo envuelve todo y que salvará al mundo. Solo deseo tu santificación. Y resuena Francesco: “Santifícate a ti mismo y santificarás a los hermanos”.

Gracias Jesús.


Bitácoras


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