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Adviento


28 noviembre 2020

El Adviento (en latín: adventus Redemptoris, ‘venida del Redentor’) es el primer período del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.

Se puede hablar de dos partes del Adviento:

  1. Primera Parte: Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
  2. Segunda Parte. Desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad, es lo que conocemos como las antífonas mayores, o antífonas de la “Oh”.

 Estad vigilantes. Sed conscientes

“Por tanto manteneos despiertos…” Esta es la actitud que se nos pide, estad vigilantes, es lo mínimo para no conformarse con pasar por la vida. Ese estar despierto no sólo para lo material, que para la Escritura sería “estar dormido”, sino despierto para ser conscientes de nuestra realidad humana, que nos sorprende y nos proporciona certezas que parecen estar más allá de nosotros mismos, y lo están, lo son, la riqueza espiritual de la que es capaz el ser humano en el que Dios forma parte de su vida. Porque Dios está ahí. Dios está y es en el corazón de cada ser humano. Si no estoy espabilado no me voy a enterar. No voy a oír, ni sabré leer, lo que veo, lo que siento, lo que tengo delante de mí, como esa palabra o esa pregunta, que se me ofrece para crecer, para ser más humano, para saberme hijo de Dios. Porque nada viene de fuera, y hasta el mismo Dios, viene desde dentro.

¿Os imagináis la tristeza del que no se entera de nada? No vive más tranquilo porque no vive, vegeta… Si, también, a veces, es mejor no saber… Pero es que estar vigilantes, ser conscientes, no es una cuestión de simple curiosidad, de saber el cómo o el cuándo, es un compromiso, no es una alternativa. El compromiso me humaniza y da un carácter de “sobriedad” a mi vida, y no se despista ni huye de la cruz, sino que se está dispuesto al servicio, a la donación, y no encuentra sentido al hecho de conservar. En el texto de Lucas paralelo a este de Mateo leemos: ”Quien se empeñe en conservar la vida la perderá, pero quien la pierda la conservará” (17,33)

Actuar, no “por si acaso” sino con responsabilidad.

Cuando algo está integrado, forma parte de uno mismo, de su vida, no plantea ni se plantea preguntas que tengan que ver con “cuándo” o con “cómo”, no es la curiosidad lo que prevalece, sino la necesidad de expresarlo en nuestra vida, con nuestra vida. Hay cuestiones, circunstancias, que tienen que ver con su oportunidad o con su utilidad. Como por ejemplo la imagen que nos presenta el texto evangélico: “Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.” (43) Cuando alguien sospecha o la experiencia le dice que puede ocurrir tal o cual catástrofe, pone los medios para evitarlo. Sin embargo, la preocupación por el “cuándo” y el “cómo” de la promesa de Dios, de la obra de Dios, desvirtúa la fe, la confianza en Dios, ya que esa fe y esa confianza no es algo que debo guardar o recordar, traerla a mi vida, sólo ante el peligro, cuando me convenga, no es algo a utilizar como un remedio, etc… Hemos de tener presente que la salvación es un hecho. Dios Padre, a través de su Hijo, ha hecho realidad nuestra salvación. Por tanto, no consiste tanto en esperar, más bien consiste en actuar, en vivir desde esta certeza y así merecer lo que ya tenemos. Estar vigilantes, estar atentos, es lo mismo que decir: vivir responsablemente. Preparemos el camino, hagamos realidad lo que ya tenemos y esperamos, seamos activos en la construcción de un mundo nuevo. Vivir desde esta responsabilidad es vivir desde la fe y la confianza que profesamos al Señor.

Fray Francisco M. González Ferrera, OFM.

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